La lagunera Tertulia de Nava

Viera y Clavijo se reunió y asistió a marcos incomparables laguneros, tinerfeños y canarios donde la ciencia, humanidades, cultura se entrelazaban y acometían temas de los contenidos más amplios, dando fe de su momento, la Ilustración, una Ilustración que no solo fue humanista, sino también científica.

“Y de este hecho surgieron las tertulias, en una ciudad que el mismo Miguel de Unamuno la describe así, mucho más tarde en 1909, en una tarde calurosa del mes de agosto. Dice entre otras cosas: “…calles espaciadas y rectas, aquel despejo, aquel aire de rigodón monástico, algo ceremonioso, todo aquello en que se adivina una creación señorial del siglo XVIII, la diferencia de las rudas, viejas ciudades castellanas… La Laguna está vestida de casaca o de hábitos de frayles si queréis `[…] Tertulia en los conventos y en las Casas Señoriales, chocolate a media tarde, monjas reposteras, eternas conversaciones sobre el último caso en el que el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición entendiera y de noche tal o cual aventura galante…”.

Con estas notas preliminares podemos ya adivinar lo que fue la vida cultural y social en la ciudad de La Laguna durante el siglo XVIII.

Y ahora ya podemos centrarnos en lo que nos interesa: lo que fue la famosa Tertulia de Nava del Sr. Marqués de Villanueva del Prado en La Laguna, según nos lo relata el profesor don Enrique Romeu Palazuelos en su obra La Tertulia de Nava (Ayto. de La Laguna, 1977): “…lo mismo se discutía sobre la pluralidad de los mundos, se leía el último libro secreto llegado a la isla desde Europa o se comentaba lo bueno que estaba el vino que habían bebido en la última excursión a Geneto. 
No todas las reuniones tenían carácter pacífico; había otras más tumultuosas y movidas, porque la Tertulia, vino a poner en pie de guerra a los intelectuales de la ciudad”.

Los intelectuales de la ciudad a los que se hace referencia es la clase monástica, conservadora, que había sido considerada la portadora de la cultura ciudadana. Pero al conformarse este otro grupo de intelectuales que se reunían y ponían en tela de juicio las actuaciones de los frailes, sobre todo sus sermones, se sintieron amenazados y no iban a permitir que un grupo de advenedizos les arrebatara la supremacía que habían ostentado hasta entonces, a pesar de que entre ellos se contaba con un fraile muy peculiar que es el que en cierto modo dirige y da fuerza a la Tertulia de Nava, nos referimos al abate José de Viera y Clavijo, natural del Realejo y convertido en la voz y el alma de la Tertulia, hombre de fino ingenio, gran orador sagrado y cumbre de los historiadores canarios de todas las épocas. Esta tertulia constituyó un foco intelectual muy relevante y contribuyó a la difusión de las ideas ilustradas en Canarias, provenientes de Francia, a la aparición de los primeros periódicos manuscritos, a la creación de la Universidad de San Agustín y al surgimiento de la Real Sociedad Económica de Amigos del País en 1776”.

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