Opinamos

Opinión de un jugador de baloncesto

¿Juegan los padres a baloncesto con los hijos en la cancha?

Por Pablo Salvador Guillén Martín, alumno de 2º de Bachillerato*

Mi deporte es el baloncesto, por eso me centraré especialmente en él. Puedo opinar con serena tranquilidad y seguridad, puesto que es el deporte que he practicado durante toda mi niñez hasta ahora y tengo bastante experiencia en ello, como todos mis compañeros.

Baloncesto, un deporte formado por una serie de equipos que compiten por llegar lo más lejos posible en base a sus victorias. Estos equipos están compuestos por una serie de jugadores, entrenadores, presidentes o dirigentes del club, y nadie más. Recalco el “nadie más”, porque desgraciadamente hoy, actualmente, parece que existe, y vivimos, una presencia, perdonen, inútil, de ascendientes, o más que ascendientes, familiares o amigos de jugadores en la cancha, y como público o espectadores, creo que se están equivocando.

Este público –muchas veces familia, padres, tíos, abuelos, a los que queremos mucho- ha adquirido el hábito egoísta e inconformista con quienes estamos en la cancha. Más que ayudarnos y animarnos a los que jugamos y aprendemos todos los días en el parqué, hacen lo contrario. Y lo siento, pero pienso que es así. Se han vuelto no en el espectador que esperamos, ese que nos aplaude y anima, aunque vayamos 20 abajo, sino en expertos en romper amistades y generar piques dentro del mismo grupo, o equipo, por el mero hecho de que ustedes, sí ustedes, padres, están descontentos con el trabajo que ha ejercido el resto de los componentes del equipo o el entrenador. Ese descontento, porque todos creen tener en casa a un Jordan –ojalá-, nos lleva, más de una vez, a recriminarnos los jugadores cosas en la cancha, durante el partido, y lo que es peor, en el vestuario o fuera de él.

Esa actitud no es la que nos han enseñado ni en casa, ni en el equipo, ni en el Colegio, se nos ha enseñado siempre a colaborar, ser grupo, familia, en conclusión, a que de uno se haga un todo, de un jugador, de dos, de tres, etcétera, un equipo, porque uno solo, no gana un partido. Somos un quinteto en cancha, y siete compañeros más en banquillo. Un hijo, un padre, una madre, solos no son una familia. Y ante todo somos personas.

Egoístas por pensar que su hijo es el que más debe jugar y creer que es el único que va a sacar las castañas del fuego y llevarnos a la victoria. Se equivocan. Inconformistas, porque no quedan satisfechos con la decisión que haya tomado el cuerpo técnico sobre su hijo. Creo que pecan de ignorantes por pensar que su hijo va a “llegar a la luna” o NBA, que ojalá que sí, pero desgraciadamente esa realidad es un tanto irreal, son pocos los que llegan. Pero a lo que sí llegamos todos es a practicar sanamente el deporte que nos apasiona, y hacerlo todos los días.

Esto es toda una cadena. Todo comienza con el pique entre padres en la propia grada de la cancha, más adelante, dichos piques pasan a la siguiente fase que es dar el testigo del enfrentamiento a sus hijos, entonces es cuando llegan los recelos entre jugadores, desprecios o posiciones de superioridad en el grupo. Luego vienen las derrotas y descontentos, ya que esa buena vibración entre todos no está presente y conlleva al fracaso.

Vuestra mala presencia en las canchas no es necesaria. Ahora bien, si dichas actitudes son completamente contrarias a las anteriormente mencionadas, pues bienvenidos al baloncesto real, un baloncesto donde jóvenes buscan la manera de evadirse y relajarse de problemas externos, de pasárselo en grande los unos con los otros y tener nuevas experiencias todos juntos, y, sobre todo, creando nuevas amistades que ojalá duren y perduren para el resto de sus vidas. Todo sin necesidad de tener que prestar atención a qué piensan estos padres, o ese público enrarecido.

Nos lo están haciendo muy duro y no nos dejan disfrutar de lo que verdaderamente nos gusta. Es hora de bajar de las nubes, porque tarde o temprano chocarán con la realidad y se llevarán un golpe, que difícilmente van a curar. Esto no es un mensaje para hacerles reflexionar ahora, de hecho, sería un poco vergonzoso que un pibe de 18 años les haga recapacitar. Lo único que quiero es que se den cuenta de que lo que ustedes sienten ahí, en la grada, nosotros lo sentimos dentro de la cancha. Creo que todos juntos, padres y jugadores, podemos crear el gran equipo que ya somos.


*Actual jugador Junior en activo con ficha de la Federación.

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Mi opinión

Los abuelos abandonados


Por, Paula Mora Prendes 1ºB-ESO

Este tema para mí es uno de los más crudos y duros que nos podamos encontrar dentro de la familia. Hay personas que abandonan a los mayores porque no pueden cuidar de ellos. Antes cuando éramos más pequeños compartíamos ratos muy especiales con nuestros mayores. Jugando, viendo la tele, hablando o simplemente un rato muy especial.

Hay otro argumento que me gustaría valorar. Los mayores, nuestros queridos abuelos, se sienten invisibles, más de una vez, hacia la familia. 

Aunque nos enfademos con ellos no hay que dejar de estar a su lado, porque tú no sabes cuándo se pueden ir al cielo, por eso no hay que abandonarlos.

Yo desgraciadamente perdí a mis dos abuelos y hoy, ahora, los echo mucho de menos, puesto que me hubiera gustado haber pasado más tiempo con ellos.

Hemos de tener claro que a un abuelo no hay que abandonarlo. Debemos considerar que el tiempo que no los aprovechemos, que no aprovechemos para estar con ellos, no nos lo devolverán. Nuestro tiempo con ellos es sagrado.



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Mi reflexión

Un código que nos define

Por Pablo Guillén, alumno de 2º de Bachillerato

Nosotros, los seres humanos, es decir, todas y cada una de las personas que constituyen la sociedad del Planeta Tierra, estamos programados de la misma manera. Somos todos iguales, con unos órganos, células y sentimientos que nos forman. Lo único que nos diferencia a los unos de los otros es simplemente nuestra apariencia física, pero de resto, no hay diferencia que valga.

Sin embargo, las vidas de cada uno de nosotros, por muy extraño que parezca, están programadas; dicho de otro modo, el tipo de vida, el tiempo que vivirás, cómo vivirás, etcétera, está predestinado por un simple factor, según dónde nazcas y vivas, tendrás un tipo de vida diferente al resto.

En este sentido, es aquí cuando entra en juego el código postal que marca nuestro futuro de vida. Estos códigos son tan exactos que se pueden clasificar en dos grupos que incluyen a toda la población mundial: el código postal de buena calidad (comida, comodidad y felicidad) y el opuesto a este, el de pena y pobreza. Desgraciadamente este segundo código postal mencionado, abarca un amplio sector de la población, donde existen hambre, guerras, podredumbre, es decir, en otras palabras, las cuestiones más entristecedoras de nuestra sociedad en este mundo del Siglo XXI.

Así, no somos conscientes de la desigualdad que se presenta en nuestro planeta. ¿Por qué hay países en guerra, acabando con la vida de miles de personas, y mientras hay alguien acostado en la piscina de su mansión tomando el sol? Es cierto que la situación de cada país puede depender de su forma de gobierno y demás, pero, ¿no creéis que también puede ser causada por la actitud de egoísmo que hemos adoptado? Egoísmo, ya que en lo único que nos centramos es en vivir “nuestra vida”, sin preocuparnos de lo que otras personas pueden estar sufriendo y pasando.

Siendo de esta manera, debemos hacer que todos esos códigos que identifican a cada rincón del planeta estén a la misma o casi la misma altura, ayudando de cualquier forma y descartando de una vez por todas esos códigos postales “miserables” que ninguna persona se merece.

Finalmente, da igual la constitución genética que tengamos, eso no va a hacer que nuestro futuro sea de una manera u otra, y esa es la consideración errónea que mucha gente tiene. Es todo cuestión de suerte, un código postal que definirá y planificará nuestras vidas. 

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Filosofando

Nacer y ser planificados

Pablo Guillén, alumno de 2º de Bachillerato

Que pena me da pensar en la estructura tan planificada que ha adquirido el planeta entero. Pena, porque desde que nacemos hasta que morimos se nos inculca de manera forzada una mentalidad totalmente equivocada a la que deberíamos tener. Un ciclo de vida un tanto peculiar caracterizado por nacer para machacarnos a estudiar y así conseguir un empleo que nos aporte ingresos, una vez cumplido esos pasos, pasarás el resto de tu vida trabajando hasta que te jubiles, que suele rondar alrededor de los 60 años, y para concluir con este ciclo, una vez te hayas jubilado, se supone que tendrás el dinero suficiente para mantenerte lo que te queda de vida. ¿Qué pena verdad?

No olvidemos que ya una vez adquirida cierta mentalidad, hace falta un factor muy importante, que hará posible que se pueda llevar a cabo todo el proceso: la motivación en la época estudiantil. Muchos de los alumnos abandonan los estudios por el mero hecho de no ver esa luz al final del túnel que indica el éxito y esto se debe a la actitud de egoísmo que poseen las personas que ya han pasado por esa misma etapa, acabando de forma exitosa. Egoístas porque no piensan que el planeta depende de la juventud que se está formando y lo único que hacen es centrarse en sus vidas ya resueltas. Eso no debería ser así, tal y como antes mencioné, deberían motivar a los estudiantes para que sigan los pasos de estos “expertos”

¿Por qué nuestro futuro depende de una nota obtenida de un examen? Esta es otra de las causas por las que se genera esa actitud de desmotivación. Estudiamos para obtener ciertas calificaciones que irán estructurando nuestro futuro y se están equivocando. Todos y cada uno de los jóvenes son expertos en algo que les hace únicos, los unos de los otros, con diferentes gustos, diferentes motivaciones y diferentes propósitos de vida. Entonces, ¿por qué no se empieza a razonar sobre la situación, modificando este concepto de vida tan equivocado que tenemos, posicionando a la juventud en donde le corresponda y que a su vez desempeñen la función en la que se sientan más cómodos, para así obtener mayores beneficios en la sociedad?


La vida es una y hay que aprovecharla y para aprovecharla tienes que hacer en todo momento las cosas que de verdad te gusten, te hagan sentir cómodo y sobre todo que te motiven, para así tumbar todos esos muros que se interpondrán en tu camino y seguir adelante con tu verdadero propósito de vida.

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La propiedad intelectual


¿De quién es la propiedad intelectual?

Pablo Guillén, alumno de 2º de Bachillerato


Vivimos en una sociedad en la que somos capaces, inconscientemente, de meternos y encerrarnos nosotros solos en un mundo del que no podrás escapar y marcará el resto de tu vida. Sí, me refiero a las redes sociales, esos lugares en los que una vez te adentras, tu imagen, tu verdadero tú, ya no será el mismo.

Inconscientes, porque de una manera u otra estamos siendo engañados. Ni siquiera conocemos el lado oscuro de estas, lo único que sabemos es que entrarás en contacto con el resto de personas de todo el mundo. Compartirás, publicarás y comentarás todo tipo de fotos y continuarás haciéndolo desconociendo la verdadera realidad que detrás de estas se esconde.

A la hora de crear cualquier cuenta en estas plataformas, rellenamos con dificultad extrema todas y cada una de las casillas en blanco que nos proponen: nombre, apellidos, número de teléfono, dirección y código postal, etcétera; hasta que llegamos al último apartado, la casilla que será capaz de modificar el futuro de tu vida cuando le apetezca a quien te lo requiere: "Acepto los términos y condiciones de uso". Realmente, ¿nos paramos, siquiera, a leer todas y cada una de dichas condiciones? La respuesta es no.

Dicha casilla es la responsable de coger, modificar, reenviar o exportar tus fotos, comentarios, "likes" o vídeos anteriormente mencionados, sin contar con tu consentimiento, porque tú, sí tú, ya aceptaste unas condiciones de uso de la plataforma, en las que se especificaba, de forma muy clara, que toda tu actividad en la red social está siendo observada y puede ser usada para el propio bien de la web.

Somos especialistas en expresar el falso "nosotros", compartiendo en estos lugares nuestra propia privacidad, y somos tan inocentes que toda esa información enviada, será única y exclusivamente visitada por nuestros amigos o personas que tengamos agregadas a nuestra cuenta, y eso no es así. Estamos siendo observados constantemente, controlados, para saber todo lo que hacemos, y seguimos sin darnos cuenta.

Ni siquiera nos percatamos del tipo de contenido que subimos a esa "nube", somos capaces de enviar desde imágenes íntimas a imágenes macabras, que cualquier día podrán ser utilizadas en nuestra contra. Nuestra reputación, nuestra imagen de la infancia, amigos, familia, etcétera, podríamos perderlas por un simple "clic".

Es una pena pensar que en la actualidad todo lo que nos define como persona, depende de una plataforma virtual, porque ni siquiera existe de una forma lícita, como es internet, y verdaderamente, ¿a qué se debe esto? ¿Mal informados? ¿Simple diversión? La respuesta es muy clara, somos el ser vivo más ignorante del planeta. Desconocemos por completo este arma tan letal que se nos presenta hoy y el daño que esa es capaz de hacer. El día que conozcamos la verdadera intención de estas redes sociales, es cuando de verdad no hará falta que nos encerremos en ese mundo sin salida.

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Solución: leer cláusulas y condiciones

Por Alba Soler Lozano, alumna de 2º de Bachillerato

Esencialmente no existe asunto controversial alguno que condicione significativamente el uso y política de privacidad establecidas para los usuarios de una red social. Esta apropiación de contenido de cada cliente está siendo en todo momento una relación establecida por el firme consentimiento del mismo. En esto radica la importancia de encontrarse informados en todo momento de las cláusulas y condiciones que se establecen como limitación ante la inicial llegada como participante de cualquier plataforma. Mostrarse desinteresado e incluso despistado ante las condiciones de uso de un portal como Facebook o Instagram, puede puede afectarnos seriamente, hasta el punto de regalar nuestra privacidad sin tener conciencia de ello.

Las licencias de las redes sociales se muestran accesibles para cualquier usuario. Estos señalan los requisitos establecidos por la plataforma en cuestión, con el fin de no comprometer al nuevo cliente a ceder o renunciar a contenidos compartidos de manera consciente. No obstante, cabe destacar que esta normativa suele mostrarse escrita con una complejidad alta, presentar diversos cultismos y tecnicismos, e incluso una extensión extrema. De esta manera, dicha plataforma se asegura de que el cien por cien de los usuarios no logren acceder a leer detenidamente y concienzudamente todas y cada una del las cláusulas que les hacen firmar. Las condiciones de uso, que necesitan ser aceptadas para poder utilizar una red social como Facebook, pueden no ser las más atractivas para los usuarios. Es más, seguramente, si todos aquellos clientes se parasen a estudiar detenidamente estos documentos, se plantearían las verdaderas ventajas de comenzar a formar parte de algo que exponga su libertad y privacidad.

Todas las afirmaciones señaladas previamente no significan que la acción tomada por estas plataformas sea ilegal o incorrecta. Se trata, totalmente, de una iniciativa que muestra haber sido previamente meditada a conciencia, y así señala una estrategia eficaz e inteligente. Una publicación -ya sea un comentario, una imagen, o un texto-, que presente características de alto interés para los coordinadores y responsables de estas redes, no tendrán que ser comprada al usuario. Reservar el derecho de forma ilimitada de todos los recursos de los usuarios, permite disponer de un amplio contenido de información que puede ser de gran utilidad, entre otras cosas para: elaboración de anuncios o publicaciones, venta de contenidos a otras empresas, etcétera. Es así, como redes sociales, entre ellas Instagram o Facebook, son únicamente responsables de haber elaborado una premeditada estrategia a su favor. Asimismo, es importante mencionar que estas promueven el control de los usuarios para prevenir que sus contenidos no les comprometan de alguna forma.

Es así, como esta prevención tan controlada para aquellos usuarios que decidan y deseen mantener su privacidad en unos límites propios establecidos, resulta totalmente necesaria. Asegurarnos de conocer todas y cada una de las cláusulas de las condiciones de uso y políticas de privacidad establecidas, contribuirán a recibir menos sorpresas inesperadas de las debidas. Igualmente, ignorar lo que firmamos resulta inconsciente y quejarse por ello posteriormente, aún más insensato. 


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¿Internet, redes sociales?




Por Aurora Hernández, alumna de 2º de Bachillerato

En esta sociedad globalizada como es la actual, las redes sociales no solo han sido las principales responsables del intercambio de información, sino que además se han convertido en un recurso fundamental en nuestra vida personal y profesional. Millares de personas hemos querido formar parte de este desenfrenado avance sin reflexionar siquiera las consecuencias de eliminar los límites de nuestra privacidad.

Por un lado, se debaten los amplios beneficios que han aportado los medios de comunicación del siglo XXI. Así, teniendo en cuenta el gran abanico de posibilidades que nos ha servido esta "Era Tecnológica", debemos ser agradecidos con la facilidad de intercambio cultural que tenemos la oportunidad de experimentar. La información, gracias a las redes sociales, es más sencilla de adquirir, sin embargo no valoramos lo suficiente si esto es realmente un factor positivo en todos los aspectos.

La propiedad intelectual pierde toda su exclusividad al ser publicada en internet, a pesar de la existencia de Derechos de Autor. Permitiendo que tus recursos audiovisuales y/o textuales permanezcan en una red social, aunque decidas aclamarte la posesión textual absoluta del contenido, de forma probablemente inconsciente has aceptado que este se encuentre parcialmente controlado por terceros. Sin embargo no solo hablemos de los usuarios de la red, que se vuelven conocedores de los que hasta este momento era privado, sino de la propia compañía que ahora disfruta de los derechos del contenido.

A pesar de sonar aterrador, no debería sonar nuevo, ya que aceptamos irresponsablemente esas condiciones todos y cada uno de nosotros, siendo totalmente ingenuos y víctimas de una presión social que nos obliga a formar parte de la comunidad internauta.

Por otro lado, esta puede contemplarse como una oportunidad de comunicación, bastante favorecedora dentro del entorno social, aunque siempre tienes que tener en cuenta que esa inédita imagen que envías a alguien de forma confidencial, pasa a formar parte de un mundo inaccesible físicamente y que desconoces por completo.

El miedo y el arrepentimiento vienen después de darnos cuenta de la magnitud de nuestros errores. Evitemos arrepentirnos más, porque en este mundo real todo puede solucionarse a excepción de la muerte, pero en el mundo digital todo es eterno.

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Nuestra opinión: Valores humanos

Gabriel: Abandono de los valores humanos

Por los alumnos de 4ºC-ESO

¿Hasta qué punto hemos llegado en esta sociedad?  En las últimas semanas, hemos sido testigos de una noticia indignante y denigrante. Desaparece un niño en un pueblo de Almería, mientras caminaba hacia la casa de sus tíos, desde casa de sus abuelos -una distancia de unos cien metros-. Aparece este último domingo -11 de marzo- una información que nos ha impactado, y fue la aparición, finalmente, del cadáver de este pequeño, Gabriel, en el maletero del coche de la pareja de su padre, quien momentos antes había recogido el cuerpo de un pozo para trasladarlo y deshacerse de él.

Esto nos ha llevado a poner en duda la existencia de valores, o sencillamente, poder afirmar que el uso de los valores, cada vez se aleja más de lo cotidiano y de nuestra vida. No se puede entender la atrocidad que se ha realizado con esta criatura. Aún es más increíble lograr entender cómo alguien puede decidir quitar la vida a otro, a una persona, personita, con la que convives y a la que aún le quedaba toda una vida por delante. Nos llena de tristeza, no sabemos cómo definirlo. Esta mañana, hablando sobre este cruel asesinato en el comienzo de las clases, el silencio nos podía, no sabíamos cómo poder considerarlo. Ha sido algo tan atroz que ha silenciado a otra situación también inhumana que fue el atentado 11M, que se llevó a cabo en 2004 en Madrid.

Este vil asesinato impactó, incluso, a la propia Guardia Civil, como todos pudimos ver en televisión a través de los informativos. Era desolador observar a la policía que estaba trabajando en el caso cómo no se podían creer la situación que allí se estaba dando, una mujer -la compañera sentimental del padre de niño asesinado-, que días antes había pedido por la búsqueda de Gabriel, con las lágrimas cayendo por su rostro, ahora era quien había recogido el cadáver del pequeño, intentando no ser vista.


Ciertamente, nos ponemos a observar y reflexionar sobre esta cuestión, sobre esta situación inhumana, y nos alarma lo primarios que podemos llegar a ser entregando la vida de un niño, robando la vida a una criatura, privándolo de su vida, sin ni siquiera pestañear un momento, entendiendo que la vida es algo que se quita alegremente, cuando la vida es un don que se nos da y hemos de cuidar. Pensamos ahora en esa frase que nos han enseñado desde pequeños, "hay que cuidar al débil", y qué débil e indefenso es un niño, como lo ha sido Gabriel, pero alguien olvidó que había que cuidar al débil y que la vida humana tiene un valor incalculable, y que matar no puede formar parte de nuestra elección de vida. ¿Dónde están nuestros valores? Una pregunta a la que nos cuesta, y mucho, hallarle respuesta.

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Mi opinión

Diversidad de opiniones

Por Óscar Montesino Castellano, alumno de 1º de Bachillerato

La diversidad de opiniones se presenta de forma habitual en la actualidad no solo por la cantidad de personas que habitan el planeta Tierra, sino también por las numerosas corrientes ideológicas que se han generado en estos años. Estos pensamientos tienen tanto un motivo como probablemente, una finalidad, pero desde luego las opiniones siempre serán un tema delicado. Resulta complejo llegar a comprender otras ideas e incluso cambiar las tuyas propias, pero, ¿a qué puede dar lugar esto?
           
Una opinión normalmente presenta consistencia y en muchos casos se acompaña de documentación e información. Es por ello que el contraste ideológico no siempre se da, sino que en un debate a menudo simplemente se exponen pensamientos. La gente tiene miedo de equivocarse, mas tenemos aún mayor complejo a reconocerlos y cambiarlos en caso de que sean erróneos. Además, en el caso de que no simplemente se expongan ideas, sino que también se discutan entre sí, se podrá observar que no todo el mundo tiene las mismas capacidades al verbalizar. Esto dará lugar a un menor entendimiento, también teniendo en cuenta que es probable que un miembro del debate hable mejor y, por tanto, argumente mejor.

Discutir un tema poseyendo los miembros del debate una tesis opuesta a la del resto, es ciertamente un dilema. ¿Realmente uno llevará la razón o quizás son simplemente diferentes perspectivas? Resulta interesante también plantearse hasta qué punto unos pensamientos son o no respetables. Estamos hablando de libertad de expresión como de pensamiento, pero existen algunas opiniones que pueden generar controversia. No todas las ideas son respetables, pues obviamente creer que las mujeres o la raza negra son inferiores resulta tan primitivo como incoherente. Debemos ser capaces de distinguir las opiniones respetables de las que no, aunque en muchos casos resultan evidentes.

¿Presentar las opiniones de otro en tu persona es también tu opinión, o es el pensamiento de otro simplemente? En el caso de que tras un debate se te convenza de razonar de otra manera, esas ideas serán la muestra viva de la opinión de otro, claramente colocadas en tu cerebro. Eso en ningún caso implica que dicha opinión no sea tuya, ni mucho menos que no tendrás la posibilidad de contrastarlas y remodelarlas de nuevo. Una imposición de ideas sí puede resultar una excusa para actuar de manera inadecuada en ciertos casos, pero una reversión de opinión dada de forma razonada se transforma automáticamente en tu idea, no en la de otro individuo.

Cabe destacar que no todo el mundo desea escuchar otras opiniones; es más, muchas personas a veces ni siquiera entienden sus opiniones ni se las han planteado. Esto normalmente ocurre porque tomamos ideas que oímos sin razonarlas en ningún caso. Este grupo de personas son las que más difícilmente entrarán en un debate, pero a su vez en caso de introducirse resultarán ser los más fáciles de convencer por el hecho de no plantearse la coherencia de las argumentaciones ajenas.


En definitiva, debatir puede resultar complicado, pero concluye como algo satisfactorio cuando se le pone fin. Es importante mantener la mente abierta a otras ideas, pues nunca seremos conocedores de todo para no tener esta necesidad. Además, somos seres curiosos que en cualquier caso intentaremos descubrir nuevos horizontes, pero desde luego resulta imperativo cuidar nuestras cabezas de pensamientos tenebrosos. Debemos perder el miedo a explorar para poder conformar una mejor opinión.

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Mi cuento

El Poeta Oscuro

Por Lucía Alonso, alumna de 3ºB-ESO

Divisé en la distancia un loable saludo. Supe que finalmente era hora de aglomerar de la mejor manera posible mi coraje y pensamientos y, finalmente, enfrentarme a la situación.

Aquella era mi casa, sí, pero escondía dentro de ella algo, un secreto que la transformaba en un lugar totalmente desconocido para mí. Y pues, aún siendo Oliver Kennith, el poeta que enfrentaba el mundo con palabras, los más tormentosos de los pensamientos y por tanto, miedos, no me atrevía a ver lo que había dentro.

Todo esto me había llevado a preguntarme: ¿entonces qué hago aquí, observando lo que una vez fue mi hogar en la distancia, mientras me repito hasta que ya empieza a sonar extraño en mi cabeza, las palabras “no entres”? He de aclarar, que no me refiero a esto como una pregunta existencial, pues ya hace mucho tiempo había entrado en aquel agujero y no había sido fácil salir. Tuve que construir mi propia cuerda para salir, asirme a ella lo más fuerte que pude. ¿Pero por qué entraría, en primer lugar? Aquella era una pregunta que ni los más grandes de los filósofos llegaron a preguntarse, a pesar de ese ser, prácticamente, lo que se supone que deben hacer; hacerse preguntas. Había leído sobre Platón y sobre el mundo de las ideas, sobre Sócrates y de cómo murió, pero nunca el porqué.

Volvamos a la situación y daré un poco más de contexto. Eso es, claro, si no es que me voy por las ramas. Oliver Kennith es mi nombre, muchos me conocen, pero a nadie le importo. Y mientras pienso en esto, me acerco a mi casa, paso a paso, lentamente. De repente, algo me hace caer el suelo, después de darme un fuerte golpe en la espalda, y con el transcurso de pocos segundos mudé de semblante.

-¿Qué ocurre?

Lo único que escuché por respuesta fue un relincho y fuertes pisadas contra el polvoriento y desértico terreno en el que nos encontrábamos. Y digo que pasó de ser un “me” a un “nos” porque aquel era Rocinante, mi fiel caballo.

Lo agarré de las riendas firmemente, lo suficiente para no hacerle daño, pero hacerle sentir seguro. A pesar, claro, de que en mi mente todo era un caos. Pero fue él quién me empujaría hacia mi casa, quién me ayudaría a avanzar. Era algo semejante a la simbiosis; yo le daba lo que pedía y él me daba lo que necesitaba. Ambos sacábamos algo de aquella situación.

Paso tras paso, dejábamos alguna memoria detrás, algún miedo. Y así nos fuimos aproximando hasta que, de repente, me enfrentaba a un obstáculo, un muro, un trozo de madera procesada, mi puerta. Pensé en qué habría detrás, qué me estaría perdiendo. Pero si quería descubrirlo, debía abrirla. Debía derribar el muro, mi obstáculo, mi puerta.

Y sí, lo hice. Abrí la puerta.

Una tormenta de papeles me esperaba tras ella, causando un ruido inquietante. Aunque eso era, dependiendo de cómo lo vieras. A veces el ruido del papel agitándose me tranquilizaba, pero en aquel momento, solo me causaba desasosiego. Eso es, porque aquellos no eran simples papeles, eran mis poemas. Mis sentimientos, mis emociones, mis pensamientos, experiencias, volaban desde el salón, por la cocina, hasta llegar al fondo del comedor y luego dar la vuelta hasta acabar en el salón nuevamente. Sin darme cuenta, mi respiración empezó a ser cada vez más fuerte y pesada, y por cada palabra que leía, mi corazón iba un segundo más rápido. ¿Cómo podría acabar ese caos? ¿Cómo podría callar los papeles, y acabar con el tormento? ¿Cómo podría acabar este sufrimiento? La respuesta era sencilla.

Cerré la puerta. Cerré la puerta, y nada más escuché. Esta vez solo fue a coste de parte de mi corazón. Pero quién sabe qué será el precio en el futuro, pues no siempre es tan fácil cerrar una puerta, siendo Oliver Kennith, el poeta oscuro.



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Mi opinión

Eliminar los coches

Por Nekane Otero, alumna de  3ºC-ESO

El coche es una necesidad. Lo usamos todos los días para ir al trabajo, al colegio, a comprar…, pero, ¿puede que algo que tanto necesitamos, ser perjudicial? La respuesta es sí, sí que puede.

El coche es una máquina y necesita energía para funcionar. Esa energía viene del petróleo, ese líquido negro que contamina el mar simplemente con su extracción y que mata millones de vidas submarinas. Pero el problema con los coches no es sólo la extracción del petróleo, sino lo que pasa tras la expulsión de éste. Es un simple hecho el que el coche consume gasolina y expulsa dióxido de carbono, un gas que fomenta la contaminación y al calentamiento global. Y puede que piensen que el calentamiento global se soluciona con aire acondicionado, pero el problema va mucho más allá. El calor disminuye la concentración de hielo en los Polos, que se derriten y esto causa que el nivel del mar aumente y que los animales polares se queden sin su hogar, sin su tierra y tengan menos probabilidades de cazar, ya que el oso polar, por ejemplo, se alimenta de animales marinos y necesita el hielo para encontrar a sus presas.

Otro problema del efecto invernadero y del calentamiento, aparte de los daños a la fauna, es también el daño a la flora. Con la alta temperatura, las plantas se secan. Ya no llueve tanto y perdemos las cosechas.

Y ahora nos preguntamos: ¿Una simple máquina como es el coche puede ocasionar tantos problemas? ¿Cómo podemos solucionarlo?

La solución es sencilla: poner en venta coches eléctricos, pero esto no es tan simple si lo pensamos del todo. Las petroleras no tienen intención de cambiar el modo en el que nuestros vehículos utilizan energía, ya que esta es la base de sus ingresos y de su fortuna porque pueden ganar millones de dólares a diario.

Aunque solamente cambiando el petróleo por electricidad no es suficiente. Evitaríamos el problema de la contaminación, sí, pero no los atascos. Cada vez hay más automóviles en nuestras carreteras, y muchos de estos solo transportan a un individuo. El problema ya no es la polución, sino el retraso a la hora de llegar al trabajo, al colegio... ¿Cómo evitarlo? Incorporando nuevos servicios de transporte público: guaguas, tranvías..., montando en bicicleta y eliminando, con el paso de los años, el uso del coche.

¿Podríamos vivir sin coches?  Yo creo que sí.



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Un cuento

Moisés

Por Ulises Martín Melián, alumno de 1ºA-ESO


Esta es la historia de una frondosa selva en las lejanas tierras de Perú, al oeste de Sudamérica. En sus profundidades se halla “la Comunidad Incaica”, formada por todas las especies que allí habitan. En nuestro escenario se vive una de las mayores historias de superación jamás contadas.

Gustavo el papagayo y Noa la boa son los presidentes de esta comunidad. La encargada de organizar la reserva es Eva la tarántula, que esta vez tenía algo muy importante que contar: ¡La comida se estaba acabando!

Reunieron a todos y cada uno de los animales, desde Beatriz la lombriz y su familia hasta los hermanos Lara y Omar Jaguar. Gustavo comenzó con voz firme:

-“Esto es importante; nos han comunicado que nuestras provisiones se agotarán antes de lo previsto, necesitamos que alguien compruebe el porqué de la pérdida y que encuentre la solución; ¿Algún candidato?”

Una mano firme se alzó entre los asustados y nerviosos animales que se echaban las manos a la cabeza, discutían y gritaban. Era la de Moisés, el chimpancé más atrevido de la selva. Siempre le han gustado las aventuras, o mejor dicho, le encantan. Pero siempre había tenido que vivir escondido, sin poder expresar lo que sentía, ya que era el más pequeño de cuatro hermanos y sus padres le veían como si fuera invisible; era la hora de salir a la luz y demostrar lo que era capaz de hacer.

-¿A dónde hay que ir? -dijo decidido y sin pensarlo.

-No lo sabemos, deberás emprender a las afueras -respondió Noa, dándole esperanzas.

-Es muy peligroso- replicó Eva.

-Me atreveré.

Se sentía más seguro que nunca.

-¡Estás loco! -exclamaron los capuchinos.

-¡Morirá! -añadían los hipopótamos.

-¿Deberíamos comérnoslo? -cuchicheaban las anacondas al fondo.

Moisés los ignoró.

El chimpancé fue sin apenas provisiones, empezó a tener miedo, pero el valor repetía en su cabeza: “Hazlo por ti, hazlo por tus sueños...”.

Llegó a un descampado, donde a lo lejos vio algo peculiar: eran casetas de campaña; decidió investigar. Se acercó con cuidado para no ser visto por aquellas personas. Había encontrado el problema, durmió cerca de un río que encontró. Al día siguiente, apareció muy ilusionado entre la maleza y las hojas de las palmeras.

-¡He encontrado el problema! Fuera hay un campamento militar, y están cogiendo todos nuestros frutos.

-¿A sí, y qué hacemos? -exclamaron las vagas tortugas.

-Muy fácil, solo necesitamos una tropa para recolectar los frutos cada día, a primera hora.

A todos les gustó la idea, y decidieron nombrar a Moisés capitán de la tropa. Su ejército estaba formado por todos los primates, los gorilas, los capuchinos -que aceptaron a regañadientes-, los monos araña, los monos aulladores y los chimpancés, claro. Había cumplido su sueño

Todos vivieron en comunidad gracias a Moisés, que consiguió lo que se propuso sin que nadie le ayudara.

Ah, y en su familia, él toma las decisiones que hacen dudar al resto, y de momento van muy, pero que muy bien.

¿Qué nos ha enseñado? Nos ha enseñado que rendirse jamás es una opción.
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Reflexiones

Un mundo paralelo


Por Pablo Guillén Martín, alumno de 2º de Bachillerato

Vivimos en un mundo en constante cambio, pero no en mejoría, sino en retroceso, como los cangrejos. Me hace gracia ver cómo la gente hace mención de que “la vida es una y hay que aprovecharla” y después son los primeros en estar encerrados en un mundo que ni siquiera existe, como lo es Internet.

Expertos en expresar algo que no somos, por el mero hecho de adquirir popularidad o superioridad frente al resto de personas. Expertos en ser infelices por ser incapaces de desprendernos de un aparato electrónico que nos acompaña en todo momento y nos hace estar en constante contacto con problemas, preocupaciones, etcétera. Expertos en hacer que nos juzguen por lo que somos a simple vista, nuestra fachada, sin antes saber quién realmente somos y quedar bien frente a todo el mundo que nos rodea. Ni siquiera nosotros sabemos quién realmente somos, ya que vivimos en dos mundos paralelos: el que somos y aparentamos ser.

Las personas que publican frases profundas o célebres, que lo único que hacen es intentar aparentar que son inteligentes... no lo son; o las que publican fotos en plan “casual” que lo único que hacen es quedar mal delante de todo el mundo, expresando que sólo se preocupan en cómo salió en la foto, en lugar de inmortalizar un momento de tu vida: ¡Abre los ojos ya!

Realmente, ¿creéis que vale la pena que tu felicidad dependa de la cantidad de me gustas que adquieras en una imagen? ¿No será mejor deshacer ese nudo que hemos hecho en estos últimos años y desatarnos de esta falsa realidad que nos rodea?

¡La vida son dos días! Y cuando verdaderamente entiendas ese concepto es cuando podrás decir que la vida es una y hay que aprovecharla.


_____________________________________________________________________ Opinamos sobre el abandono de los abuelos
¿Porque hay tantos abuelos abandonados?
Sebastián E. González Quintero, alumno de 1°B-ESO

Desgraciadamente, esta es una realidad que nos afecta a todos y no nos deja de sorprender. Actualmente, el abandono de los ancianos es considerado, incluso, violencia. Porque estas personas sufren la soledad y el olvido.

Lamentablemente, nuestra sociedad no nos ayuda a valorar a nuestros abuelos. Algunas personas los ven como gente que no producen, que solo generan gastos. Sin embargo, en otras culturas, la sabiduría de los ancianos es algo para aprovechar, honrar y cuidar. Abandonar a nuestros abuelos es un comportamiento que asegura la pérdida de identidad familiar.

Esta es una estadística que he encontrado en Internet, e informa que 60 de cada 100 adultos son alojados en una residencia para mayores, y sufren el abandono de la familia. Ahora es el momento de ponerse en el lugar de nuestros abuelos, y pensar que en algún momento nos vamos a hacer mayores y no nos gustaría que nuestros hijos o nietos nos abandonen.




Los abuelos abandonados

Eider Gago Arana, alumna de 1ºB-ESO

El profesor de Lengua nos ha propuesto argumentar el abandono y la soledad que sufren los ancianos, pero le voy a dar la vuelta a esta historia, me da mucha pena y gracias a Dios, en mi familia no existe.

Voy a empezar a hablar de mi aitite –mi querido abuelo-. No tuve la suerte de conocerlo en persona pero sí a través de mi madre, que con las historias que me cuenta sobre él ha hecho que le tenga un cariño muy especial y un amor muy grande.

De él he aprendido la importancia de ser buena persona, de ser honrado, cumplidor, ser justo, amar a la familia y amigos, y amar la tierra.

El año pasado mi abuela materna cayó enferma, pasó siete casi ocho meses en el hospital. Fueron muy duros para todos, hubo momentos en los que los médicos no le veían futuro, todos los días rezaba por ella, esperando que los diagnósticos de los médicos fueran inciertos. Me acuerdo que un jueves le dieron el alta, cuando salió del hospital, estaba muy dependiente, para mí fue muy complicado, pues ya no era la misma abuela que me hacía la merienda, la que jugaba conmigo a las muñecas, simplemente no era ella. Tienen que aspirar para limpiarle las flemas, cambiarle una bolsa que tiene que le recoge sus heces, y demás.

Un día, la amiga de mi abuela nos ofreció mandarla a una residencia, nosotros nos negamos.  Ella, mi abuela, nos lo agradeció. Ahora, vive felizmente en su casa. Todas las noches, o bien mis tíos o mi madre, se quedan a dormir, y los fines de semana, mi tío Luis, que vive allí, ni siquiera sale para estar con ella.

También tiene un enfermero que va a cuidarla por las mañanas, ducharla y si tiene un dolor o herida, curársela. Tiene dos asistentas, una que le limpia la casa, y otra que le hace la comida, ya que obviamente ella no puede hacerlo. Mi abuela no está nunca sola, siempre está bien acompañada, y a pesar de lo malita que está, ella es feliz y está muy contenta y orgullosa de cómo estamos respondiendo toda su familia en estos duros momentos.

Mis abuelos paternos, que en paz descansen, vivieron con el cuidado de sus hijos, incluso mis padres le ofrecieron venirse a vivir a mi casa, para que no estuvieran solos, pero ellos se negaron debido a que pensaban ser una molestia, aunque claramente no lo eran.  Y cuando mi abuelo falleció, mi abuela se vino unos meses a nuestra casa. Le ofrecimos quedarse, pero como era independiente no quiso. Aún así, todos los días, sus hijos atendían sus necesidades. Después enfermó y ya sí que dependía de nosotros. A pesar de tener unas jornadas laborales un poco incompatibles para estar con ella, mis tías hacían turnos para atenderla, y hasta el último momento, estaba siempre acompañada. Murió en el hospital rodeada de sus hijos, yernos y nuera.


Nadie debería abandonar a sus mayores. Nadie, pues a las personas que lo hacen, no les gustaría que cuando ellos necesiten la ayuda de su familia, o seres queridos, que estos los dejen en una residencia, o lo que es peor, abandonados.

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¡Qué cuentos!

La bruja Doña Paz

Por Noelia Canino Alonso, alumna de 6º de Primaria (Picado y maquetado por Raúl Franquiz, alumno de 4ºC-ESO)

Doña Paz había nacido bruja pero ella no tenía la culpa. Doña Paz había nacido en un campanario tenebroso lleno de murciélagos. De niña le enseñaron a volar en una escoba pequeña, y su mamá, que era una famosa bruja, llamada doña Quica, le dijo que nunca debía salir del campanario antes de las doce de la noche. Doña Paz tenía el pelo largo de color negro oscuro con mechas de color ceniza. Sus cejas, negras tal que su pelo, eran pobladas pero finas. Sus ojos eran grandes y expresivos, rojos como el fuego. Sus pestañas eran voluminosas y también negras. Los labios de doña Paz eran de color carmín, pero ella siempre se los pintaba de negro. Es su color preferido. Solía vestir un traje negro holgado. Tenía un murciélago blanco en el pecho. Le gustaba llevar sandalias también negras. A doña Paz le gusta llevar un collar de perlas y pendientes a juego. Su madre, doña Quica, no se le parecía en nada. Su pelo era de color violeta tal que las uvas, con mechas verdes como las pociones que prepara. Sus cejas son negras y gruesas, sus ojos rojos y sus labios de color negro. Todo el mundo piensa que doña Paz tiene diecisiete años y doña Quica treinta y ocho. Pero todos están muy equivocados. Dejadme que os lo explique: Cuando un murciélago que ha pasado cien días en el campanario de esa ciudad te muerde a las doce de la noche, te conviertes en bruja, y tienes esa edad durante toda tu vida, que es para siempre, pues las brujas son inmortales. Pues que no os extrañe que en realidad doña Quica tiene mil setecientos sesenta y siete años. Ambas conocen a todos los habitantes de ese pueblo, llamado Villa Tenebrosa. Todo el mundo era feliz de día, pero de noche los murciélagos salían a atormentar a los niños y cada cien días, una nueva bruja se unía a su pandilla. Las brujas hacían el mismo trabajo que los murciélagos, y de día, preparaban pócimas para usarlas por la noche. Las pócimas, sonrientes, hacían su labor, querían que el pueblo se derrumbase, y que en Villa Tenebrosa reinasen las brujas y murciélagos. Ya eran tantas las brujas, que algunas decidieron crear su propia pandilla. Pero estas brujas no salían de noche a aterrorizar a los ciudadanos, salían de día a ayudar a quien las necesitase y a regalarle caramelos a los niños. Sobre estas brujas había una leyenda: les mordió un murciélago al que algún ser humano había alguna vez salvado. Doña Paz quería unirse a ellas, pues no era como las de su pandilla. El caso de doña Paz solo se ve una vez en la vida. A su madre, doña Quica, le mordió un murciélago del campanario cuando estaba embarazada. Y a doña Paz, le mordió uno al que había salvado un humano cuando tenía diecisiete años. Por eso le salen mal las pócimas para aterrorizar de noche. Y las demás brujas siempre excluían. A doña Paz siempre le hubiera gustado ser una bruja buena. Así que un día decidió ir a hablar con ellas. Se encerró en su habitación del campanario, y se puso a mirar por la ventana. A las doce en punto, las campanas le dieron permiso para salir. Pero, cuando iba hacia el campanario de la otra pandilla…

- ¡Eh , doña Paz! - dijo doña Lara. -¿ A dónde te crees que vas?

Doña Paz no se atrevió a decirle la verdad, así que improviso una excusa.

-Voy a aterrorizarles, ¿Qué creías?

-Ah… bueno… allá tú -dijo doña Lara, justo antes de irse.

Doña Paz tocó repetidamente las ventanas de madera maciza del precioso campanario blanco.

-¿Qué? -dijo una voz desde el interior. Es de noche -bostezó-. Por favor, vuelve mañana a las diez de la noche.

-Pero… ¡No puedo salir antes de las doce de la noche!

-Entonces me temo que no podremos hacer nada - dijo la voz -. A estas horas no suele venir nadie. Solamente atendemos las necesidades de los ciudadanos de día. De noche dormimos y elaboramos pócimas.

- Pero yo sólo necesito hablar con vosotras.

-Por favor, venga mañana.

Doña Paz elaboró un plan para poder ir antes de las doce de la noche. Supo que si regresaba al campanario no le dejarían ir. Así que pasó la noche en las afueras del campanario blanco, y a las nueve de la mañana del día siguiente, entró.

Todas las brujas le dieron los buenos días, un té con pastas y le acercaron una silla para que se sentase. Una bruja alta, rubia, de pelo liso, tez pálida y ojos azules le dijo:

-¡Hola, soy Silvia! Estas son mis compañeras. Abby y Lucy. Abby era alta, morena, de pelo afro y ojos negros. Lucy sin embargo era baja, pelirroja, de pelo corto ondulado y ojos verdes. Las tres iban vestidas de blanco.

- ¡Cuéntanos! - dijo Abby.

- Bueno, pues resulta que yo también soy bruja - las tres asintieron - y, es que todos los conjuros me salen mal, y todas las brujas me excluyen. He tomado una decisión y me gustaría pertenecer a vuestra pandilla.

-¡Perfecto! - dijo Lucy. - Hasta que podamos transformarte, toma esto. ¡Silvia, Abby! Traedme el atuendo.

Silvia se fue un momento y volvió con una camiseta blanca a cuadros grises, unos vaqueros blancos, unos tenis rojos y una coleta para que se recogiese el pelo. Ahora doña Paz ya no parecía la misma persona.

- ¡Bien! - dijo Abby - Ahora vamos a probar con los conjuros.

-Vale. ¿Cuál es el primero? - preguntó ansiosa.

-El de la sonrisa. Pasa por aquí…

Abby le enseñó cómo hacer el conjuro y ¡lo hizo perfectamente!

Ya estás lista - dijo Silvia - solo te falta la transformación.

Las cuatro se metieron en una habitación, hicieron un círculo con velas alrededor de doña Paz. Las encendieron. Apagaron la luz. Silvia, Lucy y Abby se cogieron de la mano, cerraron los ojos y recitaron muchos conjuros. Doña Paz levitó en el aire y de ella salió un murciélago. Volvió al suelo. Las velas se apagaron y Lucy volvió a encender la luz. Lucy, Abby y Silvia se quedaron boquiabiertas, pues era la bruja más pura de la sala. Al eliminar al murciélago del campanario, se volvió bruja buena. Era la única a la que habían transformado. A partir de ahora no se llamaría doña Paz, sino Paz. Se miró en un espejo.

-¡Hala! ¡Estoy cambiadísima! -no salía de su asombro- ¡Me encanta!

Paz tenía el pelo color berenjena, los ojos marrones. Llevaba un gorro blanco, un vestido blanco sin mangas y unas sandalias plateadas.

-Debo marcharme ya que aún es de día -dijo Paz-. Debo hablar con doña Quica.

-Bien, pero vuelve antes de las diez -dijo Abby-.

-Pero… ¡Espera un momento! - dijo Silvia - ¿A dónde pretendes ir con esa escoba vieja?

-Ten. -Lucy le dio un collar -cada vez que quieras volar, apriétalo con fuerza y patinarás sobre las nubes. ¡Buen viaje!

Paz saltó por la ventana apretando con fuerza su collar.

Empezó a volar hasta llegar al campanario. Se lo contó todo a doña Quica y para su sorpresa: ¡No se enfadó! Tan solo le dijo que hiciera lo que le hiciese feliz.

Pues de ahora en adelante, la pandilla respetaba y quería a Paz, y doña Quica también fue transformada. Cada vez eran más las brujas buenas que hacían de Villa Tenebrosa un lugar mejor. El nombre de la ciudad fue cambiado al de Villa Agradable, y los dos campanarios se convirtieron en un castillo de cristal. Los humanos siempre salvaban a los murciélagos para que no hubiese murciélagos del campanario, y todos fueron felices para siempre.


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Abuelos abandonados

Una experiencia que me cuenta una abuela encantadora y la que escribo para todos ustedes

Los abuelos abandonados

Por Carla Frías Tejera, alumna de 1ºB-ESO


Hola me llamo María, tengo 84 años y quiero contaros un poco cómo es la historia de mi vida.

Actualmente vivo sola y aunque tengo tres hijos, siete nietos y una bisnieta, casi siempre estoy sola. Apenas puedo caminar, lo hago arrastrando los pies, pues la artrosis y la osteoporosis me han dejado los huesos muy débiles, por ello es que sufro de muchos dolores y continuas caídas.

Constantemente tengo que pedir favores a los vecinos para que me hagan compras o me lleven al banco, a la farmacia, al médico…

De la limpieza del hogar se encarga una mujer a la que pago semanalmente.

Con mis hijos no puedo contar para nada, pues siempre están ocupados con el trabajo, la casa o simplemente de comida o de viaje, incluso se ponen de mal humor si los molesto. Gracias a la asistenta social he conseguido una plaza en una residencia de ancianos, por lo menos allí tendré compañía y se ocuparan de mí los días que me quedan de vida. Pronto abandonaré mi hogar, aquel donde vivo desde que me casé, donde nacieron mis tres hijos y donde falleció mi compañero.

Quiero mucho a mis hijos, y a pesar de su egoísmo les deseo lo mejor en la vida y que nunca se vean solos y desamparados.

A ustedes niños les pido compasión, que cuando vean a un anciano, lo ayuden, bien sea al cruzar en un paso de peatones, al subir y bajar de la guagua, llevar las bolsas de la compra o simplemente haciéndoles compañía cuando estén sentados en el banco del parque , viendo jugara los niños y tomando un rayito de sol, seguro que tiene muchas historias interesantes que contar.


Bueno ya me despido con lágrimas en los ojos, dejando atrás muchos recuerdos, pero con la esperanza de que en mi nuevo hogar encuentre muchos amigos con los que conversar.

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En clave filosófica

¿La ciencia y el conocimiento reciben algo de la filosofía?

Por Taida Rodríguez Rodríguez, alumna de 1º de Bachillerato

De la Filosofía, madre de todas las ciencias, deriva esta última. Por dicha razón, podemos comentar que van estrechamente unidas.

Por un lado, la Filosofía no solo se dedica a plantear y resolver cuestiones filosóficas, también analiza la propia ciencia. A ello lo llamamos epistemología, una parte central de la investigación filosófica. Incluye el razonamiento, la experimentación y por último la conclusión. A este procedimiento inductivista lo podemos reconocer como el método científico. Stuart Mill lo defendió como un procedimiento básico para el avance de las ciencias.

Por otro lado, el pensamiento de Kuhn establece y marca la evolución científica con el paso de la ciencia normal a la revolucionaria, como él las calificó en su momento. Este pensamiento ha hecho que muchos científicos avancen en su campo mediante la corrección de errores y la posterior solución favoreciendo su evolución.


Por último, el conocimiento. Este es de gran importancia tanto para filósofos racionalistas como para filósofos empiristas. Ambos comparten la misma visión sobre el conocimiento, definiéndolo así como “tener contenidos mentales”. Sin embargo, la forma de llegar a él es totalmente distinta. Los racionalistas lo alcanzan mediante la razón, en cambio los empiristas desde la experiencia. Sorprendentemente, la fusión de ambas corrientes entre filósofos como Descartes y Leibniz dio lugar a la ciencia universal, fundamentada en la razón pero incluyendo también el saber a partir de principios evidentes y universales.


Tema para reflexionar: ¿La ciencia y el conocimiento reciben algo de la Filosofía?
Por Silvia González Tabares, alumna de 1º de Bachillerato


La filosofía recoge muchos aspectos que engloban tanto el conocimiento como la ciencia, ya que se considera la base de todas las cuestiones posibles, y de aquellas que se plantea el ser humano. Ambos términos van unidos de la mano, pues para adquirir conocimientos necesitamos Filosofía y con ello, obtenemos otras teorías como, en este caso, la ciencia. Además de complementarse, muchos dicen que los científicos de hoy son los filósofos del ayer, ya que ambos hacen uso de la Filosofía para lograr nuevas hipótesis, que en este caso abarca el mundo de la ciencia. Al igual, todas tienen como objetivo el enseñar y el encontrar respuestas para el ser humano, ya sea mediante la investigación en el caso de la ciencia, la comprensión en el caso del conocimiento o la reflexión en el caso de la filosofía. Es por ello por lo que no se debe intentar separarlas, pues sería totalmente inútil conseguir algún logro de cualquiera de estas tres ramas, sin las otras dos restantes. Por ejemplo, en el caso de la ciencia, para lograr cualquier investigación fiable necesitamos personas que se planteen preguntas, entrando en el ámbito de la Filosofía, para que luego adquieran conocimientos y hagan que la ciencia cobre sentido.


¿Qué reciben la ciencia y el conocimiento de la Filosofía?

Por Samuel Medina Díaz, alumno de 1º de Bachillerato


Desde hace siglos, los debates ciencia versus filosofía han sido uno de los temas más usados en las controversias y discusiones. Pero, ¿es realmente necesario disputar por algo que tiene una respuesta tan sencilla? Lo cierto es que la solución está al alcance de todos. Simplemente, debemos aplicar estos dos conceptos a nuestras vidas y veremos que ambas ideas son hermanas, es decir, se complementan.

Indudablemente, no solo la Filosofía aporta a la ciencia y al conocimiento, sino que también estos reciben beneficios por parte de la Filosofía: lo que en biología se denomina simbiosis. Por un lado, muchas personas consideran la filosofía una ciencia, así que en ese caso, aporta diversificación. Por otro lado, las personas que consideran lo contrario, también opinan que la Filosofía es necesaria para ser un científico o un versado. De hecho, existe una rama filosófica llamada Gnoseología, o comúnmente, la ciencia del conocimiento, que estudia los límites de este a la vez que se cuestiona sobre el saber y el entendimiento. Asimismo, la acción de reflexionar y plantearse preguntas para su posterior investigación, actos que se realizan mucho en ciencia, forman parte de la Filosofía y, por lo tanto, es de vital importancia en todas y cada una de las ramas científicas. Además, engrandece el conocimiento de los individuos mediante la coherencia, la correspondencia, la evidencia y el consenso; aptitudes totalmente filosóficas.


En definitiva, lo que la Filosofía aporte o no a nuestras vidas, dependerá de nosotros mismos y de la forma en que queramos verla. En pocas palabras, cuanto antes la apliquemos a nuestra vida diaria, más serán los beneficios que obtendremos en los ámbitos de reflexión, conocimiento y ciencia.



¿La Filosofía aporta algo al conocimiento y a la ciencia?

Por Óscar Montesino Castellano, alumno de 1º de Bachillerato

La relación entre ciencia y conocimiento es indudable, pues no solo están unidos ambos conceptos por las ganas de descubrir que conllevan, sino porque también se complementan. Aún con ello, ¿la Filosofía tiene algo que ver en esto? ¿Tiene algún aporte a esta relación o es solo un personaje tóxico y molesto?

Claro está que la filosofía nos muestra un camino difícil, lleno de diversas opiniones y complejas decisiones. En la Filosofía cada camino, como pueden ser el de la realidad o el de la verdad, se ramifica en varias creencias, y es nuestra responsabilidad tomar nuestra elección como en otras cosas en la vida. Un ejemplo de esto es el de la verdad, ya que se considera que se puede percibir según la evidencia, correspondencia, coherencia, debate, e incluso mediante el pragmatismo. Es esta precisamente una de las ayudas que presta la Filosofía a los términos anteriormente nombrados: la diversidad de ideas, todas preparadas para que uno las escoja y desarrolle.

Una vez tomados estos pensamientos filosóficos, esto no ha hecho nada más que empezar, puesto que estas ideas que acogemos, posteriormente se adaptan a nuestro ser e incluso crecen, se desarrollan y adquieren poder. Este crecimiento implica también que el conocimiento en sí evoluciona, al mismo tiempo que la ciencia y la Filosofía lo hacen también. ¿Qué quiere decir esto? Pues que cada uno de estos tres conceptos puede no solo mejorarse a sí mismo, sino aportar a los otros dos del mismo modo, para que lo hagan igualmente.


En conclusión, podemos determinar que el conocimiento, la Filosofía y la ciencia viven en total simbiosis. No solo la Filosofía ayuda a los otros dos, sino que también es ayudada por los avances de estos. Del mismo modo que la verdad resulta una unión de la utilidad, consenso, evidencia y correspondencia, este ciclo de conexión persigue a todo lo que rodea a la Filosofía. La reflexión es evolución.
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Don… ¿Quesote de la Mancha?

Por José María Frías Tejera, alumno de 3º-A ESO


Andaba por la calle cuando un extraño personaje se cruzó frente a mí, empujándome y, por consecuente, haciéndome caer al suelo. Abrí mis ojos y aparecí en un lugar diferente, donde, a pesar de la pestilencia en el ambiente, el aire parecía más puro y el sol brillaba con más fuerza. Y fue allí, tendido en el suelo, cuando me acordé de un libro que mi profesor de Lengua no paraba de nombrar. Y es que, sin ningún motivo era un tal “Pijote” el que invadía mi cabeza con vagos recuerdos sobre mi profesor hablando apasionadamente sobre el “Quesote”, o el “Pijote”.

- Concéntrate – pensé mientras asimilaba lo que acababa de ocurrir. Entonces escuché una grave voz a lo lejos que decía:
- ¡Rápido como un relámpago Rocinante! ¡Que Dulcinea está en grave peligro!

Acto seguido se oyó un estruendo, así que me levanté y me dirigí hacia donde provenía el sonido. Y, efectivamente, sobre un carro de verduras y siendo apaleado por una anciana se encontraba un “loco”, que no paraba de gritar sus insaciables ganas de salvar a Dulcinea.
Lucía una extravagante vestimenta, mas raras todavía que las de todas las personas que me rodeaban en aquel preciso instante. Se encontraba cubierto por lechugas y tomates, pero aun así pude distinguir a un delgado y envejecido hombre. Quien me observaba con una mirada desafiante.

- ¡Atrás, malhechor! – Dijo el hombre antes de saltar para así volver a caer estrepitosamente, aplastando así las pocas verduras restantes.
- ¡Ya voy mi señor Quijote! – dijo una voz lejana.

¡Eso es! Se llamaba Quijote y no el “Quesote”, como yo pensaba.

Y mientras me encontraba en mi mundo, el tal Quijote, en un absurdo -e inútil- intento de ataque se abalanzó sobre mí, desconcentrándome y desplomándose al suelo. Pocos segundos después, apareció una ancha y baja figura, que intentando pegarme una patada tropezó sobre sí mismo y cayó sobre don Quijote, quien soltó un bufido al recibir el golpe.

- ¿Necesitáis ayuda? – pregunté riéndome.
- ¡Lárgate antes de que acabe contigo! – dijo Quijote.
- ¿En serio? – tienes una herida en la frente.
- Oh, cómo se nota que eres un ignorante. ¿Es que no has oído hablar de la grandeza de mi poderosa armadura? Es imposible eso que decís sobre mí.
Y, deseoso de responder al extraño caballero, me caí repentinamente al suelo. Más tarde desperté en la acera, rodeado de gente.

- Qué sueño más raro – pensé…

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Racismo en el siglo XXI

Ainara Xian Cubas, Alumna de 4ºA-ESO

El racismo es la discriminación hacia otras personas de distinta raza causada por diversos factores como pueden ser el tono de su piel, sus creencias en una religión o, incluso, el hecho de ser obeso. Así cada grupo se siente superior a los demás y piensa que lo que ellos creen es siempre lo correcto. El único fin que puede tener este tipo de pensamiento es arrebatar los Derechos Humanos a las personas que se discriminan. Sin embargo, el racismo existe desde tiempos inmemoriales y no es ninguna novedad. Es un tema del cual no se habla lo suficiente, aunque a lo largo de la historia se ha ido prosperando respecto a dicho tema. Entonces, ¿por qué existe el racismo en pleno siglo XXI, si se supone que somos una sociedad avanzada?

Primero, cabe la posibilidad de que la envidia juegue un papel importante. La mayor parte de las personas no soportan que otros triunfen en algo que ellos jamás consiguieron, que sea su sueño o que lo llevaran a cabo y hubiese alguien que lo hizo mejor, y menos si a esa persona se le considera inferior. Y me refiero en temas que se tratan diariamente en la vida cotidiana como, por ejemplo, si eres estudiante y te has esforzado mucho para aprobar un examen y uno de tus compañeros ni siquiera estudió y sacó mejor nota que tú. Es inevitable sentirse molesto debido a la facilidad con la que es capaz de comprender y acordarse de todo lo que dieron en clase, comparado contigo que te ha costado trabajo y dedicación. O también a  la hora de conseguir trabajo. Si hay discriminación sobre los negros, el trabajo siempre lo conseguirá el que no posea la piel de color aun si este está peor preparado.

Segundo, los estereotipos de hoy es uno de los factores que más causa racismo. ¿Por qué Papá Noel tiene que ser blanco? ¿Por qué tiene que ser gordo y no flaco, o en vez de tener barba larga una corta? ¿Entendéis? A ti cuando eras pequeño es muy probable que te dijeran que era blanco, y como en las películas se muestra y en las empresas comerciales fabricaban y fabrican un juguete del mismo personaje con su tonalidad de piel blanca, gordo y con una barba larga, todo el mundo se piensa que es de esta manera. Todos tienen en su cabeza el mismo estereotipo del personaje que es Papá Noel.

Además, en la sociedad a muchos nos han hecho creer, sobre todo a las mujeres, que dependiendo de tu sexo tienes que comportarte de una manera en concreto, porque es así, porque es como debe ser. De igual forma con tu forma de vestir, tu físico, etc. No hay ninguna ley que prohíba que un chico pueda maquillarse ni tampoco que una chica pueda vestir con ropa de chico. Tampoco hay que criticar o infravalorar a alguien por su peso o su belleza. Todos somos diferentes y hacemos lo que hacemos porque nos sentimos bien con nosotros mismos. Cada persona es un mundo y, aunque a veces creamos que sí, no lo sabemos todo de todos.


Para finalizar, hay que valorar a las personas por cómo son con ellos mismos y con los demás, y no por lo que aparentan físicamente o su ideología, porque eso no demuestra su valor como persona.

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En un mundo moderno...

Daniela Dávila Rodríguez, alumna de 2º ESO-C

En un mundo moderno, donde los más desfavorecidos inocentes viven guerras a diario, para la mayoría de la gente es mejor mirar hacia otro lado. Es triste ver cómo decimos que vivimos tiempos de prosperidad e igualdad, mientras que para otro gran número de personas, que parecen haber caído en el olvido, todo conlleva un auténtico infierno. En esta era, la paz se puede haber convertido en el bien más preciado que tiene la humanidad. Guerra, crueldad, miedo, terror parecen haberse convertido en la identificación de una parte de nuestro mundo, que hemos decidido sumergir en el olvido.

    “Todos tenemos sueños que queremos perseguir y algún día llegar a alcanzar”

En un pequeño pueblo, de uno de estos países que escapan de nuestra memoria, vivía un niño de unos seis años, con su padre, madre y su hermano menor. Cuando despertaba en las mañanas le fascinaba ver cómo los rayos del sol poco a poco iban iluminando el horizonte, y ver cómo segundos después se escuchaban unos dulces sonidos que se escapaban de las copas de los árboles. Todo, absolutamente todo, era perfecto, era como un cuento de hadas, de esos donde parece que nada puede salir mal.

Pero una mañana, el sol dejó de brillar, y los cantos de los pájaros, cambiaron por fuertes estruendos, provenientes del centro de la ciudad. Era imposible de entender cómo las cosas podían haber cambiado tanto. Escuchaba sorprendido como sus padres le prohibían salir a la calle. A lo lejos se oían gritos de desesperación, todos corriendo de un lado a otro, y entre todo ese caos las pálidas miradas, de muchos niños inocentes que no eran capaces de comprender nada. Había comenzado una guerra que estaba arrasando con todo.

Los días pasaban lentamente y la agonía y desesperación eran las dos únicas cosas que los habitantes, del que solía ser un pueblo tranquilo, podían sentir.

Cinco años fueron necesarios para que la guerra cesara, y los devastados rincones del pueblo llevaban la marca de cada uno de ellos. El destrozo exterior se reparó en unos pocos meses, pero en el interior del alma de cada una de las personas allí presentes un profundo hueco de rencor, rabia e impotencia se hacía más y más grande cada segundo.

-¡Venganza!- gritaban todos despechados.

Pero una sabia, aunque joven voz, gritó más alto- “la venganza no nos devolverá la felicidad y mucho menos nos traerá la vida de nuestros seres queridos de vuelta. Provocaremos un gran desastre, y sí, dañaremos a los que nos han dañado, pero también destrozaremos las vidas de personas inocentes, como nosotros, esos que al igual que ustedes no tienen culpa ninguna de la maldad de otros. No repitamos el mismo error”- esas eran las palabras de un niño de apenas seis años, que tuvo que detener su mundo perfecto para vivir un guerra. Sí él fue capaz de perdonar para no dañar más inocentes, nosotros también, haz la paz, no la guerra.


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El Poeta Oscuro

Por Lucía Eugenia Alonso Eiras, alumna de 3º B-ESO

Divisé en la distancia un loable saludo. Supe que finalmente era hora de aglomerar de la mejor manera posible mi coraje y pensamientos y, finalmente, enfrentarme a la situación.

Aquella era mi casa, sí, pero escondía dentro de ella algo, un secreto que la transformaba en un lugar totalmente desconocido para mí. Y pues, aún siendo Oliver Kennith, el poeta que enfrentaba el mundo con palabras, los más tormentosos de los pensamientos y por tanto, miedos, no me atrevía a ver lo que había dentro.

Todo esto me había llevado a preguntarme: ¿entonces qué hago aquí, observando lo que una vez fue mi hogar en la distancia, mientras me repito hasta que ya empieza a sonar extraño en mi cabeza, las palabras “no entres”? He de aclarar, que no me refiero a esto como una pregunta existencial, pues ya hace mucho tiempo había entrado en aquel agujero y no había sido fácil salir. Tuve que construir mi propia cuerda para salir, asirme a ella lo más fuerte que pude. ¿Pero por qué entraría en primer lugar? Aquella era una pregunta que ni los más grandes de los filósofos llegaron a preguntarse, a pesar de ser, prácticamente, lo que se supone que deben hacer; hacerse preguntas. Había leído sobre Platón y sobre el mundo de las ideas, sobre Sócrates y de cómo murió, pero nunca el porqué.

Volvamos a la situación y daré un poco más de contexto. Eso es, claro, si no es que me voy por las ramas. Oliver Kennith es mi nombre, muchos me conocen, pero a nadie le importo. Y mientras pienso en esto, me acerco a mi casa, paso a paso, lentamente. De repente, algo me hace caer al suelo, después de darme un fuerte golpe en la espalda, y con el transcurso de pocos segundos mudé de semblante.

-¿Qué ocurre?

Lo único que escuché por respuesta fue un relincho y fuertes pisadas contra el polvoriento y desértico terreno en el que nos encontrábamos. Y digo que pasó de ser un “me” a un “nos”, porque aquel era Rocinante, mi fiel caballo.

Lo agarré de las riendas firmemente, lo suficiente para no hacerle daño, pero hacerle sentir seguro. A pesar, claro, de que en mi mente todo era un caos. Pero fue él quien me empujaría hacia mi casa, quien me ayudaría a avanzar. Era algo semejante a la simbiosis; yo le daba lo que pedía y él me daba lo que necesitaba. Ambos sacábamos algo de aquella situación.

Paso tras paso, dejábamos alguna memoria detrás, algún miedo. Y así nos fuimos aproximando hasta que, de repente, me enfrentaba a un obstáculo, un muro, un trozo de madera procesada, mi puerta. Pensé en qué habría detrás, qué me estaría perdiendo. Pero si quería descubrirlo, debía abrirla. Debía derribar el muro, mi obstáculo, mi puerta.

Y, sí, lo hice. Abrí la puerta.

Una tormenta de papeles me esperaba tras ella, causando un ruido inquietante. Aunque eso era, dependiendo de cómo lo vieras. A veces el ruido del papel agitándose me tranquilizaba, pero en aquel momento, solo me causaba desasosiego. Eso es, porque aquellos no eran simples papeles, eran mis poemas. Mis sentimientos, mis emociones, mis pensamientos, experiencias, volaban desde el salón, por la cocina, hasta llegar al fondo del comedor y luego dar la vuelta hasta acabar en el salón nuevamente. Sin darme cuenta, mi respiración empezó a ser cada vez más fuerte y pesada, y por cada palabra que leía, mi corazón iba un segundo más rápido. ¿Cómo podría acabar ese caos? ¿Cómo podría callar los papeles, y acabar con el tormento? ¿Cómo podría acabar este sufrimiento? La respuesta era sencilla.


Cerré la puerta. Cerré la puerta, y nada más escuché. Esta vez solo fue a costa de una parte de mi corazón. Pero quién sabe cuál será el precio en el futuro, pues no siempre es tan fácil cerrar una puerta, siendo Oliver Kennith, el poeta oscuro.

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La paz idílica, pero es la solución

Por Raúl Franquiz Noda, alumno de 4ºC de la ESO


Es innegable el fallido intento del ser humano por encontrar la paz y el bienestar mundial. Desde hace muchísimos años, todos hemos soñado con un paisaje idílico e irreal. Hemos soñado con un mundo sin guerras, sin pobreza, sin hambre, pero todo se nos ha quedado en una bonita ilusión.


Así, este hermoso sueño podría hacerse realidad si todos pusiéramos de nuestra parte, resolviendo esos inconvenientes que nos afectan tan negativamente en nuestro entorno y vida. El principal problema puede estar, muchas veces, en los sucios y corruptos modos de gobierno, existentes, en algunos casos. Algunos representantes públicos promueven falsamente la paz, a eso me refiero, para luego quedar bien entre los ciudadanos y, posteriormente, traicionarlos, colaborando en guerras y dejando atrás esas falsas promesas que nos vendían descaradamente. Muchos se preguntarán para qué estas viles mentiras, la respuesta es sencilla, pues a estas arrogantes y despreciables personas les tienta el dinero, y desgraciadamente la guerra genera mucho capital.

Hay quien defiende que para lograr la paz es necesario el uso de la guerra, sin embargo esto no es así. La aclaración anteriormente dicha de que es necesaria la guerra para obtener la paz, se ha usado demasiadas veces como excusa para cargos importantes del Gobierno, consiguiendo con ellas declarar su falsa inocencia. Además, si este argumento fuera válido: ¿Dónde se encuentran los resultados? Aparentemente, muchos de los países afectados por la guerra no han obtenido completamente la paz, algunos siguen considerados terreno hostil.


Finalmente, me gustaría motivar al lector a tomar una correcta decisión y es que la guerra solo trae desgracias. Siempre podremos optar por el diálogo como método para resolver pacíficamente nuestros problemas y seguramente es muchos más efectivo que solucionarlos violentamente, aunque para algunos la vía más rápida y sencilla sea optar por la violencia. Me atrevo a reiterar asegurando que esa última es la equivocada, por eso: Haz la paz y no la guerra.

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Un mundo sin color

Por Unay del Castillo Peña, alumno de 1º ESO-A

Érase una vez una gran isla en medio del mar llamada Monocromía. Los únicos colores existentes en esa isla eran el gris, blanco y negro. Incluso las personas estaban en blanco y negro. Los habitantes de la isla vivían en una guerra continua entre las dos razas principales: Los Sombríos que querían que todo fuera negro, y los Níveos, que querían que todo fuera blanco. Estas dos razas se odiaban la una a la otra y desconocían el resto de colores del mundo.


Pero un día 30 de enero un niño cogió un barco junto a su madre en dirección a Monocromía. Llevaba consigo dos cajas de colores y unos folios. Nada más pisar tierra, ese niño supo que iba a hacer algo muy importante. Le pidió a su madre que le llevara a la capital de Monocromía, el lugar más importante de la isla, el lugar donde la guerra comenzó. Allí se encontró con los líderes de las dos razas, a los cuales les dio una caja de colores a cada uno y les explico que no importa cómo seas o cómo sean los demás, porque después de todo, en interior todos somos iguales.
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El racismo del día a día

Por Samuel Medina Díaz, alumno de 1º de Bachillerato

El 26 de octubre de 1966 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial el 21 de marzo. A pesar de que hace más de 50 años desde entonces, ¿sigue estando presente el racismo en nuestra sociedad? La verdad es que la respuesta a esta pregunta resulta bastante evidente.

Aunque mucha gente cree que el único racismo que existe es el de la raza blanca hacia la raza negra, existen muchísimos tipos de discriminación racial. Obviamente, la teoría que defiende la superioridad racial no solo consiste en peleas o en asesinar por miedo, desprecio o por creer que su raza es inferior a otra. También consiste en comentarios y actitudes discriminatorias. En particular, el humor que se dedica a ridiculizar a otras etnias: cada vez son más comunes los chistes que insultan y ridiculizan a los asiáticos, por lo tanto, también existe el racismo hacia la raza asiática.

La discriminación se puede encontrar diariamente en muchos comentarios, como ya dije previamente. Por ejemplo, decir “negrito” en lugar de negro es despectivo: ¿Si hablases de una persona blanca, la llamarías “blanquita”? Esto surge del llamado humor negro, un humor que incita a la gente a burlarse de cosas de las que está mal reírse. Sin duda alguna, es un humor que, como muchos otros, debería desaparecer. Otro acto racista es preguntarle a una persona de otra raza de dónde es nada más conocerla, aunque no sería racista si eres propenso a indagar sobre cuestiones personales, ¿pero si fuese una persona de tu misma raza, le preguntarías de dónde es nada más conocerla? Además, decir que una persona es “de color” se ha ido normalizando durante el paso de los años, pero el resultado de esa expresión es discriminar aún más; el término “de color” no se utiliza para otras razas, sino exclusivamente para la raza negra. Un tercer ejemplo de racismo al que estamos muy acostumbrados, es decir: “color carne”. Habitualmente, lo decimos sin pensarlo y sin ánimo de ofender, pero está mal dicho, pues no todas las pieles son de ese color. Un niño con un color de piel diferente al que conocemos como “color carne”, se sentirá confundido a la hora de escoger ese color. Por ejemplo, si en una clase solo hay alumnos rubios y uno moreno, ¿no sería de lo más extraño llamar al color amarillo: “color pelo”? La solución a este problema no es cambiar el nombre del color, sino ampliar el rango de tonos color carne. Podemos encontrar marginación racial en los guetos, barrios donde ciertas personas viven aisladas de la sociedad por motivos culturales o raciales. En Estados Unidos son muy comunes y en España se pueden encontrar varios. En Sevilla, existe un conjunto de barrios llamado “Las 3000 viviendas”, que se considera una de las zonas más peligrosos de España. Esa es, concretamente, la atribución social que se le asocia a los guetos: que son peligrosos y que causan muchas revueltas.

La discriminación racial también se ve reflejada en el ámbito laboral. Existen muchísimos trabajos que tratan de forma desfavorable a las razas que están mal vistas socialmente. En particular, hablo de la raza árabe, probablemente la más repudiada en el ámbito laboral en España. En el deporte también existe el exclusivismo. Según las estadísticas, un jugador de fútbol negro tiene seis veces más posibilidades de morir que un futbolista blanco. Incluso las fuentes de información, como “Google”, son racistas. Si buscamos fotos matrimoniales no encontraremos ningún matrimonio que no conste de una mujer y un hombre blanco. Ninguna pareja interracial, ni de dos personas de otra raza distinta a la blanca, ni monoparentales, y esto deja mucho que desear.

En Estados Unidos, uno de los países más racistas a nivel internacional, se conservan aún los movimientos que sobrevaloran la raza blanca y que se preocupan por la extinción de esta, ya que en las últimas décadas personas de raza blanca han procreado con personas de otras razas (negra, afroamericana, asiática, etc.). De hecho, cientos de manifestaciones tienen lugar diariamente en diversas partes del mundo con este propósito: evitar la “extinción” de la “raza blanca perfecta”.

Finalmente, trataré el racismo inverso. La discriminación hacia la raza blanca no existe. Aunque es posible que una persona de raza negra desprecie a la raza blanca, no significa que exista el racismo inverso, pues no existe ningún sistema opresor contra la raza blanca sino casos muy puntuales.
Aunque no nos guste asumirlo, España sigue siendo un país muy racista, y todavía quedan muchas cosas por cambiar. Uno de los problemas que hay en este país es que la mayoría de personas racistas se consideran no-racistas, y en esos casos no hay nada que otra persona pueda cambiar, porque el primer paso hacia el cambio consiste en admitir los errores.


En definitiva, todas las personas conformamos, de alguna manera, una misma raza. Todos somos seres humanos y no debemos infravalorar a ninguna persona, y mucho menos a una raza. Por eso, considero el racismo una construcción social que afecta a millones de personas, y que debería desaparecer cuanto antes si queremos hacer de esta sociedad, una sociedad mejor.

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Un cuento sobre la paz y la familia…

Por Eider Gago Arana, alumna de 1º B de la ESO

Érase una vez, en un pueblo muy lejano, allí se encontraba un familia compuesta por dos padres muy honrados y trabajadores, llamados María y Juan. María era delgada con un inmenso cabello negro como el carbón, sus ojos azules como el mar. Juan era fuerte y trabajador, era rubio como el sol, con una tez morena y bronceada por los rayos del abrasador sol. Finalmente su déspota y desagradable hijo, llamado Jorge,  era moreno, con hermosos ojos color verde esmeralda, una dentadura perfecta, y una tez fina manchada de adorables pecas.

Jorge no hacía nada a favor de sus padres, y estos se pasaban día y noche trabajando, para tener dinero para alimentarse. El pequeño de la casa pensaba que todo lo que sus padres hacían por él, todo eso era lo que él merecía. Un día, María le pidió a su hijo, que continuara haciendo el trabajo que ella había dejado a medias, debido a su cansancio. Él le respondió de muy mala manera, y ella cayó en un desmayo. En seguida apareció Juan en la habitación, tomó en brazos a su mujer y la llevó al hospital, pues al caer se había golpeado la cabeza y tenía leves cortes en su frente, que sangraba. Jorge se fue, pues no le importaba el estado de su madre. Pasaron los días y sus padres no llegaban a casa. El timbre lo desconcentró de sus pensamientos, se trataba de su vecina Laura, venía a visitar a María. Laura era castaña, con ojos color chocolate, pero cuando le daba la luz del sol lucián color miel, su tez era inmaculada sin ninguna mancha.

El niño, Jorge, acudió a abrir la puerta, Laura le explico que venía a ver a su Madre, él le contó el accidente que había pasado hace ya varios días. Ella lo miró atónita, no se creía que aquel muchacho rechazará la petición de su madre.

-Jorge, querido, ¿en qué estabas pensando?- preguntó entristecida.
-No lo sé, me parecía que hacía lo que debía.
-No, ella lo hace porque te quiere, y a ella le gusta verte feliz, y haciendo lo que tú desees, pero en mi opinión deberías ayudarla en todo lo que ella necesite, y colaborar con tu familia, en lugar de hacerle la vida más complicada. Ve y visita a tu madre en el hospital está en la habitación número veintiocho en la tercera planta.

-De acuerdo voy a verla, cierra la puerta cuando salgas. Adiós Laura, ¡gracias por ayudarme a razonar y a darme cuenta de que no estoy haciéndolo bien!

-Adiós Jorge. ¡De nada!

Jorge se fue directamente al hospital para visitar a sus madre. Al llegar al hospital fue corriendo a la habitación de su madre. Tocó la puerta y su padre acudió a abrirla. Juan informó a su hijo de que su madre estaba en coma desde hace ya unas horas, el muchacho decidió ir a ver a su madre:

-Mamá por favor despierta, sé que no te he tratado como debía pero te juro que cambiaré, ayudaré más en casa, haré todo lo que necesites-, al pronunciar estas palabras sus lágrimas comenzaron a salir de sus ojos ya volviéndose rojos. Cuando las gotas de dolor de Jorge tuvieron contacto con el rostro de María, esta, comenzó a despertar lentamente, cuando por fin despertó completamente, Jorge y María se fundieron en un cálido y dulce abrazo.  

Desde entonces, Jorge ayuda muchísimo más a Juan y María, a partir de ese día volvieron a ser una familia feliz, como lo eran hace unos años, sintiendo que la paz, y hacer el bien, eran la gran herramienta para la vida en su familia.               
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¿Qué te puede aportar el deporte?

Por Danilo Hernández, alumno de 4º ESO


El deporte en general, como muchos sabemos, es lo que nos mantiene en buena salud, nos entretiene y muchas veces llega a formar parte imprescindible de nuestra vida. Por desgracia, cada vez más gente adopta un estilo de vida sedentario, comiendo pocos alimentos saludables y con las consecuencias que esto trae.

Y no es algo que pase lejos de casa, ya que Canarias es la Comunidad Autónoma con mayor porcentaje de obesidad infantil (15.9%). Tampoco es necesario que ahora de la noche a la mañana todos nos apuntemos a un gimnasio, ya que con 30 minutos de ejercicio suave diario, como salir a caminar o montar en bici, basta para prevenir muchas enfermedades como el sobrepeso, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la osteoporosis, las enfermedades oculares, la artritis, el estrés y muchas otras.

Pero ya fuera el aspecto físico, que es el de que todos sabemos algo, ¿qué nos aporta el deporte a nivel psicológico?

Para empezar, al acabar un ejercicio propuesto obtienes una sensación de bienestar y satisfacción impresionante, tú puedes pensar que es el orgullo de autosuperarse, que también, pero tiene una explicación más científica, las endorfinas. Las llamadas hormonas de la felicidad son liberadas cuando haces deporte y por eso esa sensación de bienestar.

La liberación de estrés ya mencionada, dado que al practicar deporte liberamos tensiones y canalizamos todas esas que nos guardamos del día a día; está demostrado que cuanto más intenso sea el ejercicio, más tensiones liberamos.

La mejora en el descanso, el ejercicio nos va a imponer un cansancio al finalizar el ejercicio, mayor o menor dependiendo de tu resistencia, este cansancio nos va a ayudar a conciliar el sueño más fácilmente y aprovecharemos mejor las horas de descanso, manteniendo así la mente y el cuerpo frescos.

Las relaciones sociales también se desarrollan más fácilmente si se practica deporte, sobre todo en niños que practican algún deporte de equipo como es el fútbol y el baloncesto. Además, desarrollan un sentido de compañerismo y deportividad a la hora de perder o ganar que difícilmente en otro sitio pueden aprender.
        
Los valores que te aporta el deporte son incontables, ya que depende de qué disciplina pratiques, por ejemplo están los anteriormente mencionados y otros, como las artes marciales, donde te enseñan a respetar al contrincante a toda costa, a saber perder y ganar. Cabe mencionar que como desgraciadamente vivimos en una sociedad donde las mujeres temen y con razón ir por la calle solas, esta última disciplina puede suponer la solución para que no solo puedan defenderse físicamente, sino que también les aporte la misma sensación de libertad que tiene un hombre al salir por la puerta.

Para que todo lo anterior se cumpla, hay que tener en cuenta la norma más importante, practicar deporte por tu propia voluntad, ya que si te lo imponen o lo practicas bajo presión no lo vas a disfrutar. La excepción a esto son los deportes que te imponen por salud. Como por ejemplo, la natación por escoliosis, aguanta el tiempo hasta que se te enderece la columna, de adulto agradecerás haberlo hecho al ver a los que no lo hicieron con su espalda en forma de “S” y si no te gusta, haz que te guste. ¿Quién sabe? Igual hasta te enganchas.


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La Paz es un valor fundamental

Por Ainara Díaz y Paola Blanco, alumnas de 4º ESO A


La Paz es un valor fundamental para las vida de las personas. Deberíamos luchar juntos para que no solo se refleje en un día sino en todos los días. Deberíamos luchar para que se acaben las guerras, porque es de locos que el fin de una guerra sea la paz; porque no vale solo imaginar la paz mundial, hay que luchar por ella.

Para nosotras el Día de La Paz son los trescientos sesenta y cinco días del año, no sólo el treinta de enero. Con eso queremos decir que la paz está reflejada en cada acción que hacemos, como en los trescientos abrazos que hemos dado, en todas las sonrisas que nos han sacado y hemos regalado, en los miles de perdones que hemos dicho y nos quedan por decir, o en todos esos te quiero que hemos deseado.

Como dijo Ghandi: “Es fácil disparar, lanzar una bomba contra un hombre en la oscuridad, pero difícil ponerse frente a frente de día y desafiarlo. Uno puede estar dispuesto a usar secretamente la violencia contra un hombre, pero acobardarse en su presencia. Para mí la violencia, en cambio, requiere mucho más valor que el manejo de una espada”.

Con esa cita, Ghandi quiere decir que si alguien tiene el gran valor de hacer la guerra ya sea disparar a alguien, pegarle o el simple hecho de no ayudar a una persona cuando necesita ayuda, le sobra valor para poder hacer la paz.

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Querido Mundo

Por Ulises Melián Martín, alumno de 1º A de ESO

Querido Mundo:
         Hoy te quiero escribir para reivindicar el derecho a ser un ser humano, simplemente eso.
         En los últimos años, las sonrisas se han desvanecido, la alegría se decolora, los abrazos desaparecen y los besos faltan cada vez más. En estos tiempos, te has dividido en dos caras, las cuales son bastante contradictorias:
         En una cara se crean armas que dan riqueza, mientras en la otra, las mismas armas, quitan vidas. En una cara se consigue todo lo que queremos enseguida, en la otra cuesta encontrar hasta agua potable. En una cara sale el nuevo iPhone, en la otra lo más valioso que tienen es su ropa raída. En una cara se hacen regalos en Navidad, en cumpleaños, como premio por buenos resultados académicos; en su opuesta, los términos “regalar”, “premiar” y sucedáneos se sustituyen por “sobrevivir”. Hay muchas más contradicciones de las que creemos. ¿Dos mil millones de años han bastado para evolucionar lo suficiente? Lo dudo, y creo que tú también, querido Mundo.
         Tengo la más absoluta suerte de vivir en esa primera cara, pero no estoy contento del todo con ello. Es un mundo material hecho de billetes, petróleo y contaminación. Hay personajes públicos que perjudican y se aprovechan de su lugar de gobierno, hay personas con poder para cuidar y proteger que crean cada vez más guerras, hay portavoces de la palabra de Dios que siguen su antónima, hay consideradas tradiciones en las que se matan a animales inocentes, hay millones y millones de euros invertidos en crear estadios de fútbol y casinos y “no quedan” ni céntimos para construir colegios, hospitales o bibliotecas. Hay carteles enormes en los que se intenta acabar con el acoso y la violencia, pero cada vez aumenta más el número de víctimas del bullying y violencia de género. Vivo en una sociedad donde se dice haber libertad de expresión, pero se apalea a un árbitro por ser gay, se critica a una mujer por ser militar, se mira por encima del hombro a una persona negra, china, musulmana…  y se relaciona de inmediato con la prostitución a mujeres transexuales.
¿Te parece exagerado? Esto era un resumen de todo lo que puedo contarte. Sé que te podemos convertir en un mundo mucho mejor.
Ojalá cambies.
Lo necesito.



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